El ajedrez es uno de los juegos de estrategia más antiguos del mundo. Se presume que su origen data del siglo VI, en una versión india muy parecida llamada Chaturanga. Otros estudios arqueológicos sitúan el inicio del ajedrecismo en un período previo en otras regiones de Asia.
Durante siglos, los jugadores del ajedrez estuvieron relacionados con la cultura, el pensamiento profundo y la inteligencia, y tal concepto no ha sido creado en vano. Muchos personajes de las artes y letras han desarrollado un gran conocimiento del juego, empleando sus estrategias, incluso, en la vida misma.
Sin embargo, el juego del ajedrez no está arraigado a una edad, raza, credo ni estrato social. ¡Todos podemos jugarlo y disfrutarlo! Sobre todo los niños.
El ajedrez en la escuela no solo fomenta la cultura, sino que forma en el niño valores deportivos e intelectuales entre los que podemos citar:
- Mejora la concentración de quien lo juega con frecuencia.
- Ejercita la memoria asociativa, cognitiva, selectiva y visual.
- Desarrolla el pensamiento crítico y científico del jugador.
- Fomenta la observación y análisis de las conductas y pensamiento de las personas que nos rodean.
- Motiva las capacidades para planificar y organizarse a nivel personal.
- Promueve la creatividad.
- Establece un patrón claro de reglas y penalizaciones que mejoran el respeto a las pautas sociales.
- Ejercita ambos hemisferios cerebrales.
- Contribuye en la solución de problemas cotidianos de baja y alta complejidad.
- Incrementa la capacidad lectora.
- Fomenta la amistad, la paz, el respeto a los demás y el autocontrol.
- Muestra alternativas efectivas que descartan la violencia como herramienta de solución de conflictos.
- Promueve la sana recreación.
Llevar el ajedrez al aula, contrario a lo que pueda pensarse, no se trata de enseñar teorías complicadas y aburridas. La experiencia nos ha enseñado que desde el maternal se puede iniciar el aprendizaje de este entretenido juego, sin restarle la diversión que tanto buscan los niños. Debe realizarse mediante un proceso gradual, en el que los maestros más apasionados podrán transmitir su entusiasmo y energía a sus estudiantes. Además, el ajedrez puede integrarse con facilidad con los contenidos académicos. Por ejemplo, para estudiar el tablero se hacen referencias a los colores, a las formas geométricas, a los números y a las letras del abecedario. Cuando se comienzan a trabajar las piezas, se puede estudiar el conteo y la discriminación por semejanza-diferencia de formas, tamaños y colores.
En las próximas entregas te ayudaremos a planificar tus clases de ajedrez para que en el menor tiempo posible garantices el aprendizaje a tus niños y niñas, tanto en el hogar como en la escuela.
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